Uno de los mayores problemas que nos encontramos en el colegio a la hora del almuerzo, es la diversidad de maneras, que tienen las familias, de entender esta comida. Las hay que piensan que los niños deben comerse un gran bocadillo, otras creen que deben alimentarse con fruta, otras, sin embargo, compran alimentos procesados como bollería o zumos …
Nuestro centro escolar lleva años trabajando en este tema, intentado mejorar la alimentación de nuestros alumnos, interviniendo, en aquellos casos que nosotros entendemos que debe hacerse tratando de convencer a familias y niños que deben cambiar su hábito alimenticio para conseguir una mejora saludable en sus vidas. Así tenemos los días de la fruta; martes y viernes de todo el curso escolar, participamos en la campaña regional de frutas y verduras, asesoramos a familias…
No obstante, creemos que podemos hacer más, que todos los esfuerzos son pocos para intentar mejorar la salud física y los hábitos alimenticios de nuestros alumnos. De esta manera, vamos a realizar un control más riguroso de los almuerzos. Queremos saber qué comen, cuánto comen, cuánto pueden comer en un período de tiempo, qué les gusta almorzar… Todo esto, para poder realizarlo, tenemos que hacerlo en clase. En principio vamos a realizar un período de prueba durante este primer trimestre, utilizando diez minutos antes del recreo y cinco de recreo para almorzar en el aula de una manera controlada. Así, además de los beneficios expuestos anteriormente, podemos también eliminar los equipos de limpieza del patio, la posibilidad de que el niño tire el almuerzo (se lleva a casa lo que le sobre), el control de recipientes, cucharas y tenedores que se suelen dejar olvidados en el recreo, comer sentado no corriendo, evitamos que otro corriendo nos tire el almuerzo al suelo, o que se nos caiga jugando, recogida y limpieza de sus sobras etc. De esta forma, los padres también podrán saber qué cantidad de alimento pueden comer sus hijos durante ese período de tiempo, pudiendo así, encontrar la medida que cada niño necesita y puede comer. De esta forma también conseguimos que los recreos sean un tiempoi de juego y esparcimiento y evitamos la escena de ver que, mientras unos niños realizan juegos activos (correr, saltar, jugar con pelotas en la pista…) , otros sufren la «condena» de un almuerzo interminable que les relega al papel de espectadores mientras sus compañeros, con menos cantidad de almuerzo, disfrutan de sus juegos favoritos.
Aprovechamos también esta nota para incluir un gráfico con sugerencias para los almuerzos.
Muchas gracias a todas las familias por vuestra colaboración.